«La vulnerabilitat del patrimoni», en el Museu de la Ciutat, i «Sang, fang i silencis» en el MuVIM son los títulos de las dos exposiciones inauguradas hoy en el marco del ciclo «La riuà 60 anys després», una propuesta conjunta que vuelve su mirada a la gran crecida del Túria del año 1957, que lleno de agua y barro las calles de València y ocasionó numerosos daños patrimoniales y, sobre todo, la pérdida de 81 vidas humanas.

La concejala de Recursos Culturales, Glòria Tello, ha inaugurado las muestras, en un acto celebrado en el MuVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad), que ha contado con la participación de Xavier Rius, diputado de Cultura de la Diputació de València; el coronel Juan de la Puerta, jefe del Área de Reclutamiento y encargado de la exposición por parte del Ministerio de Defensa; Rafael Company, director del MuVIM; Joan Mateu, comisario y catedrático de la Universitat de València; y Juan Marco, comisario y catedrático de la Universitat Politècnica de València.

«Sang, fang i silencis» se centra en los efectos de la crecida sobre las personas, mientras que «La vulnerabilitat del patrimoni» lo hace sobre los efectos en bienes e inmuebles. La concejala Tello ha recordado las palabras del periodista valenciano Martín Domínguez hace 60 años: «cuando enmudecen los hombres, hablan las piedras», que expresaba, ha recordado la delegada, «de manera más que implícita del descontento de valencianos y valencianas con el Gobierno de España después de la catástrofe natural, que puso a prueba a València y la capacidad de su ciudadanía de reconstruir de nuevo una ciudad arrasada ».

«Podría decirse que Martín Domínguez se erigió en portavoz de un clamor hasta ese momento mayoritariamente silencioso en medio de una dictadura», ha señalado Tello: «un clamor en el cual encontramos un antecedente muy directo de la necesidad de los valencianos y las valencianas de hacerse sentir, de reclamar un trato justo que, seis décadas después, seguimos sin recibir», ha asegurado. «Por eso, València sigue reclamando a los sucesivos gobiernos del Estado una financiación justa para no perder ningún tren que lleve al futuro, el final de los agravios comparativos en asuntos tan importantes como las infraestructuras ferroviarias, las ayudas al transporte metropolitano o la condonación de la deuda que otras ciudades han tenido después de organizar grandes acontecimientos».