Según la previsión de la Autoridad Portuaria de València, a la que ha tenido acceso el partido valencianista, solo entre el jueves y el viernes llegarán tres creceros de los que podrían desembarcar 14.159 pasajeros, que a lo sumo pasarían 9 horas libres en la ciudad.
El jueves el MSC Seaside, con capacidad para 5.179 pasajeros, se detendrá por unas horas en València, y el viernes será el turno para el Costa Pacífica y el Arvia, con plazas para 3.780 y 5.200 personas. Todas ellas, sumadas a las 4.000 personas que podrían haber desembarcado ayer del Anthem Of The Seas, sumarían una cifra superior a la de 18.000 posibles turistas. Sin embargo, con paradas que oscilan entre las 7 horas del MSC Seaside y las 10 del Arvia y descontando los tiempos de desplazamiento a los puntos de la ciudad que se les señalan como de interés, la fugaz presencia de estas decenas de miles de personas difícilmente generará un impacto económico, más allá del balance medioambiental negativo provocado por el medio de transporte con el que llegaron a la ciudad.
“La mayoría de estos turistas, que desembarcan desayunados y en muchos casos deben regresar al barco a tiempo para comer, no solo es que no pernoctan en la ciudad, es que ni siquiera comen en ella. Si sus turoperadores no les explican la cultura local de l’esmorzar, cosa que dudo, la mayoría de ellos, al margen de lo que consuman de paso en los supermercados y tiendas para turistas, no dejan a penas un euro en la ciudad. Y el coste para València, a nivel ambiental obviamente, pero también en costes ordinarios como la limpieza y el mantenimiento de la huella que dejan a su paso, es en cambio altísimo”, expone la portavoz de Compromís per València, Papi Robles.
Por eso desde Compromís reclaman al gobierno municipal medidas urgentes para reconducir este tipo de turismo de beneficio cero y alto coste, que además genera enromes molestias a los vecinos de la ciudad, especialmente a los del centro, al incorporar en un reducido número de calles a miles de ciudadanos e n un margen estrecho de horas del día en las que se concentran además buena parte de la jornada laboral. En ese sentido, ya el pasado mes de junio desde Compromís se propuso que el gobierno municipal adoptara unas medidas iniciales y de urgencia para tratar de ir reconduciendo la situación. “Si PP y Vox las hubieran adoptado, el número de turistas que podría desembarcar esta semana ya se habría reducido a la mitad, pero Catalá prefirió reaccionar insinuando que estaba ultimando un plan propio del que aún no tenemos ninguna noticia. Y el balance negativo que deja cada crucero en la ciudad sigue aumentando”, ha añadido Robles.
De hecho, como ya denunció Compromís hace también unas semanas, los costes que la llegada de cruceros tienen a la ciudad, se extienden a múltiples niveles, algunos de ellos, poniendo el dinero público al servicio de estas corporaciones turísticas, como ejemplifica el desvío de autobuses de la EMT del servicio regular para ofrecer servicios especiales a los pasajeros que desembarcan en el Puerto.
“Por un lado, tenemos la presión turística de personas que entran en nuestra ciudad y la incomodidad que generan; por otro el altísimo coste económico, con un balance absolutamente negativo; y finalmente y no menos importante, tenemos la contaminación que genera y la bajada de la calidad de la salud de las personas que vivimos en ella. Los datos dan miedo: el Puerto genera 2,7 millones de tonos de CO₂ al año. Y si nos centramos en el óxido de nitrógeno y el óxido de azufre, que son dos elementos que atacan directamente la salud de las personas que lo respiran, estaríamos hablando de unas aproximaciones de 1.200 toneladas en el caso del óxido de nitrógeno y de 300 toneladas en el caso del azufre. Una barbaridad”, resume la dirigente valencianista.
Por ese motivo, coincidiendo con este nuevo episodio de alto impacto negativo de los cruceros en la ciudad, desde Compromís reclaman que se atiendan sus propuestas o que la alcaldesa muestre ya las suyas. “Este problema necesita medidas urgentes. María José Catalá puede asumir las nuestras o tratar de proponer e impulsar otras mejores. No les quepa duda de que lo deseamos. Pero por ahora lo que hace es estar de brazos cruzados, y la situación, en este caso como en muchos otros, es que València se está deteriorando progresivamente ante su pasividad desde que ella gobierna”, concluye Robles.