·  Compromís certifica a la vista de los registros oficiales de tráfico del Ayuntamiento que la remodelación de líneas de EMT con que Catalá inauguró su legislatura han incrementado el tráfico generalizadamente en el centro de la ciudad.

· “El efecto llamada de Catalá”, señala Giuseppe  Grezzi, “es el responsable del incremento de tráfico en toda la ciudad.

Si María José Catalá presentó una medida a inicios de legislatura para marcar las diferencias con el de su predecesor Joan Ribó, esa fue la de la remodelación de líneas de EMT. Donde Compromís había primado la agilidad del servicio y la liberación de espacio público del tráfico, el PP apostaba por volver a llevar todos los autobuses hasta la cocina, aunque se penalizara la velocidad de las líneas y la duración de los trayectos, asegurando además, que eso reduciría el tráfico en el centro.

En la misma presentación de los cambios Catalá y su equipo tuvieron dificultades para justificar los cambios a preguntas de la prensa.

Y dos años después de su implantación, a la vista de los datos oficiales ofrecidos por el propio Ayuntamiento, desde Compromís su concejal Giuseppe Grezzi considera que ya se puede calificar la primera gran actuación del gobierno de Catalá como un “rotundo fracaso”. Y lo cierto es que la comparación de los datos registrados en mayo de 2023 y en mayo de 2025 así lo acreditan.

Mientras el tráfico en la calle de la Paz y Poeta Querol, que eran los que el PP aseguraba que pretendía liberar, prácticamente se mantiene, el aumento en su entorno pasa “de lo preocupante a lo disparatado”, en palabras de Grezzi. En Colón, el epicentro de la reforma y una de las vías con más presencia peatonal de la ciudad, el aumento de tráfico que sufren vecinos y viandantes supera el 130% (de 4690 a 10.818) en el primer tramo, y casi un 29% en el segundo (de 11.152 a 14374). Pero no es el único punto que padece el aumento de tráfico: el eje Xàtiva – Guillem de Castro registra también incrementos del 6’9% y del 10’7%  respectivamente; y otros, como el frontal de las Torres de Serranos, que Compromís aspiraba a liberar significativamente de tráfico, pasa en cambio de 41.865 a 47.930 vehículos (un 14’5% más).

Para Grezzi, que ya advirtió antes de que fuera puesto en marcha que el rediseño de líneas de Carbonell tendría estas consecuencias, “estos datos no hacen más que confirmar que aquella actuación obedeció más a un deseo revanchista de Catalá y a su concepción cochista, anticuada y ‘coenta’ de la ciudad, que a un verdadero estudio y criterio técnico, del que obviamente carecía”. De hecho, insiste, “ese mensaje político de Catalá, tanto verbal, animando a circular en coche en la ciudad; como tácito, permitiendo todo tipo de infracciones al volante pero especialmente el estacionamiento indebido en calles y espacios peatonales; ha tenido un efecto nefasto en toda la ciudad que los datos también recogen”.

Y es que, como certifican las cifras registradas en las principales avenidas de la ciudad, el incremento de vehículos que entran y salen en la ciudad ha aumentado generalizadamente y en algunos puntos, como la avenida de Cataluña (con más 15.000 vehículos más al día) o la del Cid (más de 6.000) se ha disparado. Una tan simbólicas como Pérez Galdós, que iba a ser renaturalizada esta legislatura si no hubiera habido cambio de gobierno, también refuerza su carácter de carretera interna con incrementos de entre 2.000 y 5.000 vehículos más al día según el tramo.

“Es una tendencia contraria a la que están desarrollando desde hace décadas las principales capitales europeas, y a la que se incorporó València en 2015, cuando a los pocos meses de empezar nuestra gestión, empezó a descender el tráfico de manera continuada e ininterrumpida hasta la llegada de Catalá. Ella, en cambio, ha hecho un efecto llamada al tráfico, y el tráfico en València, como si fuéramos una ciudad tercermundista, no ha parado de aumentar”, describe Grezzi. “¿Cuánto va a tardar en rectificar?”, se pregunta el exedil de Movilidad que gestionó la transformación las dos pasadas legislaturas. “A estas altura será ya difícil que Catalá no pase a la posteridad como la alcaldesa cochista que trató de estropear València, pero al menos el reconocimiento de su error serviría para que creyéramos que no fue voluntario”, concluye Grezzi.