CONTEXTO

El día 29 tuvo lugar una de las mayores catástrofes de la historia de nuestro país. Centenares de personas han perdido la vida en diferentes pueblos y ciudades de València a causa de la crecida del Barranco del Poyo y en el río Magro. Más de un millar de personas todavía están desaparecidas.

Los daños materiales para miles de personas, que habitan borde la rambla del Poio y el río Magro, son incalculables. Viviendas y comercios destruidos, vehículos siniestrados, carreteras impracticables, sistemas energéticos caídos, alcantarillas bloqueadas y cobertura móvil inhabilitada en muchos puntos son algunos ejemplos.

La respuesta inicial a la alerta roja declarada por los servicios de emergencia no estuvo a la altura del que se necesitaba para proteger, sobre todo, las vidas de las personas del área metropolitana de València y de los pueblos del Sur. Esta no es una interpretación de los hechos ni una evaluación política de aquello que ha sucedido, es un consenso global entre técnicos, instituciones, y ciudadanos y ciudadanas.

Es un consenso unánime que la respuesta inmediata a la emergencia tampoco se ha adaptado a las necesidades de las víctimas, supervivientes afectadas, personas voluntarias y servicios de emergencia.

Frente los intentos de determinados grupúsculos interesados al hacer de la acción política un problema, desde Compromís por València seguimos reivindicando la buena política. Aquella propositiva, crítica, autocrítica y que está en contacto permanente con los problemas de la ciudadanía para dar respuesta a sus necesidades. Una política que actúa sobre la inmediatez, pero también en orden al medio y al largo plazo.

El pueblo salva en el pueblo, sí, pero no solo. Las instituciones responsables, muy administradas, concretamente coordinadas y que cuentan con los recursos necesarios también tienen capacidad de salvar en el pueblo, de protegerlo y de paliar sus necesidades.

En este sentido, desde Compromís hemos elaborado un paquete de medidas que van desde la acción de respuesta inmediata a las personas afectadas por la DANA, a la respuesta a medio y largo plazo de las consecuencias que se derivarán de esta tragedia o de tragedias que puedan venir. No rehuimos de la realidad, los efectos de la emergencia climática son esto. Si nuestro clima se parece a un clima tropical, sufriremos los fenómenos meteorológicos de los países tropicales y cada vez más frecuencia.

Negar la emergencia climática no es una postura política como cualquier otra, es una postura temeraria, peligrosa y suicida que cuesta vidas humanas y nos aboca gestiones negligentes de las catástrofes.

Planteado este contexto general, y en coherencia con aquello aquí expresado, desde Compromís presentamos las siguientes medidas por diferentes materias.