Las dos plazas, símbolo junto a la del Ayuntamiento y la de la Reina de la transformación experimentada por València durante las dos legislaturas de gobierno lideradas por Compromís, presentan numerosos desperfectos tras dos años en la alcaldía de María José Catalá fruto del “descontrol a los incívicos por parte del bipartito ultra”, según señala el concejal Giuseppe Grezzi.
Bancos llenos de pintadas frente a la Lonja; manchas de sustancias aceitosas ya perennes y en fase de crecimiento en las escaleras de los Santos Juanes o a los pies de cualquier espacio susceptible de servir de asiento; material de protección de contenedores vandalizado; y adoquines levantados, muchos adoquines de zonas para uso exclusivamente peatonal levantados por la prohibida e imprevista circulación de vehículos pesados por encima de ellos, son parte de la estampa que contemplan a diario los miles de personas que se acercan a visitar dos de las plazas más emblemáticas de la ciudad de València y una de sus estampas más fotografiadas desde que se recuperó su uso peatonal con el gobierno de Joan Ribó en 2016.

Sin embargo, ese es el estado que presentan las plazas de la Llotja y el Mercat tras dos años de gobierno del bipartito de ultraderecha de PP y Vox en el Ayuntamiento de València. ¿La causa? Según Giuseppe Grezzi —quien como concejal de Movilidad Sostenible emprendió la recuperación de estas dos plazas como espacio público peatonal hace ahora 9 años— “la dejadez del gobierno de Catalá en su deber de proteger el patrimonio de la ciudad”. El daño en el pavimento tiene una causa obvia en el paso y presencia sobre el mismo de camiones de gran tonelaje, que lo ocupan ilegalmente ante la pasividad municipal para impedirlo a pesar de disponer espacios en los que el pavimento sí está preparado para su peso. El mobiliario vandalizado y la suciedad permanente y en aumento, la falta de vigilancia, sanción y limpieza.
“Al final todo el deterioro es consecuencia de lo mismo: de la dejadez por parte de Catalá y los suyos para hacer cumplir la ley y las normas a todos los niveles”, resume Grezzi. Por un lado, señala, “el paso continuo y descontrolado de camiones y furgonetas, muchas de gran tonelaje, a todas horas y sin respetar los horarios de carga y descarga, está teniendo un impacto muy negativo sobre el pavimento de la plaza, que no puede ni debe de ser utilizado infringiendo las normas y los espacios previstos, pero Catalá ordena a la Policía dejar hacer y el trato privilegiado a los cuatro caraduras que hacen lo que les da la gana la pagamos todos”. No obstante, apunta, “el descontrol del tráfico no se debe a que se controle el incivismo, porque a ese también se le deja campar a sus anchas, y tan pronto crecen las pintadas en el mobiliario como las machas de sustancias indeterminadas por todos los rincones de la plaza sin que se vea jamás a la policía de Catalá controlando el entorno”. Por eso, ironiza Grezzi, “hay que reconocer en beneficio de Catalá, Carbonell, Badenas y compañía, que no tratan mejor al centro de València que al resto de barrios. Lo tratan igual de mal”.

Además, subraya el concejal valencianista, “como nos indican los vecinos de los barrios de Ciutat Vella, al margen de la ausente Policía Local, los otros servicios municipales de mantenimiento, limpieza, residuos tampoco están ni se los espera. Una demostración evidente de la desidia del gobierno entero, que empieza en la misma alcaldesa Catalá, que trabaja poco y se pasea todavía menos por la ciudad, porque está más pendiente de los fotoreportajes y de seguir la agenda ultra que le sugiere VOX y comparte plenamente”.
Dadas estas circunstancias y tras las peticiones recogidas por Grezzi en una reunión mantenida esta semana con las entidades vecinales, Compromís emplaza a la alcaldesa y su equipo una visita a estas plazas y sus calles aledañas, en las que se ofrecen a acompañarlos junto a las entidades vecinales. ¿El objetivo? Que vean in situ el estado de unas plazas que, “si no es resultado de un abandono intencionado por animadversión a uno de los símbolos que mejor evidencia la diferencia de gestión entre los gobiernos de Ribó y de Barberá, es resultado del desconocimiento de lo que sucede, aunque sea a escasos metros de sus despachos”, concluye Grezzi.