La creación de una mediana ajardinada y la eliminación de un carril de circulación es un proyecto aprobado en los presupuestos participativos y que dejó terminado el gobierno de Joan Ribó. También incluye bajar en la calzada el tramo de carril bici que ahora mismo está encima de la acera de la Gran Vía Germanies.

Compromís per València trasladará esta cuestión a la Comisión de Urbanismo que se celebrará la próxima semana. «Queremos saber por qué a una obra aprobada y que es una demanda de los vecinos y vecinas, Catalá ha decidido no destinar ni un euro en el presupuesto municipal de 2024», señala el concejal Sergi Campillo quien considera que «es proyecto imprescindible para humanizar una avenida de nueve carriles que es una fuente de contaminación acústica y del aire”.

“El proyecto para humanizar la Gran Vía Germanies fue redactado y aprobado por el anterior gobierno aunque desgraciadamente, debido a la subida de precios tan rápida de los dos últimos años, la puja quedó desierta. Ahora el nuevo gobierno lo único que debe hacer es volver a pujar la obra actualizando el precio”, explica Campillo. El también concejal de Compromís Giuseppe Grezzi señala que “si de verdad es la ‘legislatura del peatón’, este proyecto es necesario porque mejorará la accesibilidad y la seguridad de las muchas personas que caminan, que ahora tienen un espacio muy reducido y también de los usuarios de la bici, patinetes y sillas de ruedas, por tener una conexión segura y directa hacia el tramo del carril bici de la calle Ruzafa.”

El proyecto de creación de una mediana central ajardinada en la Gran Vía Germanies para reducir la contaminación acústica, tal y como había pedido el vecindario, supone suprimir un carril de circulación y, en su lugar, se realizará una línea verde que contendrá árboles, palmeras y vegetación arbustiva. Se calcula que al pasar de nuevo a ocho carriles, las emisiones sonoras descenderán un 11%, y con la vegetación el nivel acústico en las viviendas disminuirá un 20%. La actuación también contempla la ampliación del paso de peatones entre las calles de Cádiz y Castellón y la creación de otro paralelo que conectarán de forma más adecuada las dos partes de la Gran Vía. En el proyecto se incorporó una observancia arqueológica patrimonial por encontrarse también en la zona un refugio de la Guerra Civil. La obra contaba con un presupuesto inicial de 120.000 euros. «Este es un proyecto que ha seguido una tramitación complicada pero es fundamental para ayudar a mejorar el paisaje urbano, reducir la contaminación acústica y hacer de la Gran Vía un bulevar verde» destaca Sergi Campillo.