El Museo de Historia de València acoge desde el viernes la muestra artística ‘Cartografía de los caminos: Dunhuang y el románico en la Península Ibérica’, una exposición sobre las semejanzas y paralelismo plásticos entre el arte románico en España y el arte budista de China. La concejala de Cultura, Glòria Tello, presentó esta iniciativa itinerante, que arrancó el pasado verano en Pekín, y que concluirá en primavera en Dunhuang (China), en el marco de la Ruta de la Seda.

Hasta el próximo 23 de abril, los ciudadanos de Valencia, así como las personas que visitan la ciudad, podrán disfrutar de esta muestra, que propone un recorrido analítico entre las iconografías de las iglesias románicas del norte de España y las pinturas murales y esculturas del conjunto monumental de los santuarios de Dunhuang, en China.

La exposición señala el reconocimiento de estos espacios artísticos como objeto de estudio, de protección y conservación patrimonial, y de difusión de conocimiento y enlaza también la iconografía religiosa de las cuevas monacales de Mogao (Dunhuang), una de las paradas legendarias de la Ruta de la Seda, entre los siglos IV y XIV, con la que surgió en el Camino de Santiago durante la época románica (siglos XI y XIII).

La concejala Glòria Tello calificó la muestra de «muy interesante, especialmente este año en el marco de la conmemoración de la Ruta Seda». Asimismo, durante el acto de presentación, Tello aseguró que los visitantes podrán darse cuenta, «a través de esta exposición, de los paralelismos y las semejanzas que tenemos con el país chino» a pesar de las diferencias obvias entre ambas expresiones plásticas, tanto en el orden territorial, como cronológico y cultural.

Se encuentran similitudes entre las figuras de los Bodhisattvas (seguidores de Buda) y los santos cristianos, o en las representaciones de músicos y seres celestiales que completan la idealización del conocimiento supremo. También hay semejanzas en los símbolos utilizados, como el círculo de la sabiduría o la mano divina, y también en el simbolismo que representa la superación de la muerte, el cordero, y en lo que representa la idea de inmortalidad, el ciervo.

Igualmente, estas semejanzas se vislumbran en algunas narraciones sobre hechos extraordinarios de naturaleza divina, en las metáforas sobre la vida de las divinidades, santos y bodhisattvas; o en la representación de paisajes y escenas de la vida cotidiana.